En un mundo donde el tiempo parece desaparecer entre obligaciones, pantallas y metas autoimpuestas, y la obsesión por la productividad parece estar presente en todo momento, surge una pregunta crucial: ¿quién nos roba el tiempo? Cosima Dannoritzer, en su documental «Ladrones del tiempo», aborda esta problemática y expone cómo las dinámicas modernas convierten al tiempo en un recurso explotado.
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El análisis de Dannoritzer se complementa con otras obras como «La fábrica del tiempo», que explora la obsesión histórica por medir cada segundo, y el influyente libro “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han, que profundiza en las consecuencias de esta explotación en la salud mental y emocional.
Índice de contenidos
El Productivismo: Tiempo como mercancía
La teoría del productivismo explica cómo las sociedades modernas priorizan la productividad por encima del bienestar humano. Según Byung-Chul Han, esta obsesión convierte al tiempo en una unidad de medida económica, donde cada segundo debe producir valor.
Dannoritzer evidencia esta dinámica en su documental, mostrando cómo las jornadas laborales interminables y la tecnología invasiva fragmentan nuestras vidas. Este enfoque, lejos de ser casual, responde a un sistema que busca maximizar el rendimiento, en esa obsesión por la productividad, aunque eso signifique sacrificar la calidad de vida.
El tiempo como moneda de cambio
En «Ladrones del tiempo», Dannoritzer muestra cómo el tiempo, al igual que otros recursos, se ha convertido en una moneda de cambio. Su obra conecta con el tema de la obsolescencia programada, donde los productos se diseñan para fallar, obligando a los consumidores a dedicar tiempo y dinero a reemplazarlos.
En este contexto, documentales como «Inside Bill’s Brain» destacan cómo algunas figuras influyentes gestionan el tiempo para maximizar su impacto, ofreciendo un contraste revelador con la falta de autonomía de la mayoría de las personas frente a su propio tiempo.
Un Sistema que fragmenta y agota
El documental resalta cómo la tecnología, diseñada para hacernos más eficientes, ha generado una cultura de distracciones constantes. Las redes sociales, por ejemplo, están programadas para captar nuestra atención, convirtiendo cada minuto en un activo comercial. Este fenómeno, explicado en «The Social Dilemma», refuerza la pérdida de tiempo personal y el agotamiento digital.
Además, la desigualdad en el acceso al tiempo libre refleja una forma de opresión silenciosa. Según estudios citados por Dannoritzer, las mujeres y las clases trabajadoras son las más afectadas, perpetuando un ciclo de pobreza de tiempo.
Reconquistar el Tiempo
El mensaje de «Ladrones del tiempo» es claro: es necesario replantear nuestra relación con el tiempo. Modelos laborales más humanos, la desconexión digital y un enfoque menos obsesivo en la productividad son pasos fundamentales para recuperar el control de nuestras vidas.
Como concluye Cosima Dannoritzer, el tiempo no debe ser un bien comercializable, sino un derecho humano esencial. Solo así podremos construir una sociedad que valore el tiempo como el recurso más preciado de todos.